Una cervecera internacional enfrentaba uno de los retos más importantes en el mercado actual: producir cerveza sin alcohol sin sacrificar el sabor, el cuerpo ni el perfil aromático característico de sus versiones tradicionales. A medida que crecía la demanda global de bebidas con bajo o nulo contenido alcohólico, también lo hacía la presión por mantener […]

En un mercado cervecero cada vez más competitivo, donde los consumidores demandan productos de alta calidad y las regulaciones ambientales son más estrictas, los productores de cerveza enfrentan el reto de equilibrar sabor, eficiencia y sostenibilidad. Para muchos, el área de fermentación representa una oportunidad crítica de mejora, tanto en control de procesos como en reducción de consumo de recursos.
Problemáticas detectadas:
- Falta de precisión en el control de la fermentación, lo que provocaba variabilidad en la calidad final del producto.
- Procesos manuales o poco automatizados, que generaban ineficiencias operativas.
- Consumo elevado de agua, vapor y energía en etapas clave como limpieza, enfriamiento y maduración.
- Necesidad de adaptarse a lotes más pequeños y cambios frecuentes en recetas, sin perder eficiencia.
Solución implementada:
Los cerveceros comenzaron a implementar sistemas de fermentación y maduración automatizados, con monitoreo en tiempo real de parámetros críticos como temperatura, presión, CO₂ disuelto y nivel de llenado. También integraron tecnologías de recuperación de energía y limpieza CIP optimizada, reduciendo el uso de recursos sin comprometer el rendimiento.
Resultados obtenidos:
- Mejora en la consistencia del producto final, con fermentaciones más estables y predecibles.
- Reducción del uso de agua, vapor y productos químicos, contribuyendo a los objetivos de sostenibilidad.
- Mayor flexibilidad para escalar o diversificar recetas, manteniendo eficiencia y trazabilidad.
- Disminución de tiempos muertos y mejora en la planificación de la producción.
Este caso demuestra que el camino hacia el futuro de la industria cervecera está marcado por tecnología inteligente, eficiencia operativa y compromiso ambiental. Invertir en procesos bien diseñados permite a los cerveceros adaptarse al cambio, proteger sus márgenes y ofrecer productos de mejor calidad a un mercado exigente.
